miércoles, 11 de julio de 2012

La triste historia del perrito aragüeño (II)

Horas de agonía pasó aquél pobre perrito callejero, Lobito, el can aragüeño que se había refugiado en una urbanización privada de Maracay y recibía de vez en cuando sobras de cariño y alimento de los vecinos.
Tras recibir un golpe del destino, o más bien, de un vehículo en las calles de la capital aragüeña, transcurrieron varios días en los que su salud se fue deteriorando.

El último día de su existencia, transitaba por el estacionamiento de la urbanización, con mucha dificultad y desfalleciendo de sed, se tendió detrás de un carro por donde pasaba el chorrito de agua que emanan los aires acondicionados de los apartamentos, tratando de beber un sorbo, sin lograrlo.

Desde la mañana de aquel 22 de junio, cayendo casi desmayado por el calor y el malestar, empezó a ladrar lastimosamente, pidiendo ayuda. Unos pocos vecinos notaron su terrible situación y trataron de ayudarlo buscando infructuosamente a alguna persona con conocimientos sobre animales que pudiera socorrerlo.

Bajo un sol inclemente, Lobito, recibió un potecito de agua de una señora, del cual muy poco logró beber y se volvió acostar casi sin fuerzas en el ardiente pavimento. 


Algunas de las amas de casa veían este terrible desenlace, sin poder hacer mucho, y con tristeza notaron que caería ya la noche y estaba a punto de llover. Con el oscuro firmamento encima, un par de vecinos decidieron mover al animalito hacia un lugar resguardado de la lluvia y el frío.

El perrito aún tenía algo de fuerzas cuando lo colocaron sobre una tabla para llevarlo bajo techo y giraba la cabeza asombrado de lo que aquellas personas hacían con él. Sin embargo, nadie podía encargase de sus cuidados.

No quedó más remedio que llamar a un veterinario que, finalmente, puso fin al sufrimiento de Lobito, "durmiéndolo" como se acostumbra llamar al acto de sacrificar a un animal para verlo como un hecho menos cruel.

Lobito, tuvo un triste final como muchos otros perros y gatos que viven por estas latitudes. A falta de organismos que controlen la población de estas criaturas e instituciones que se encarguen de darles calidad de vida o un refugio decente a los que están en situación de abandono, estas historias se repiten a diario.

(Hago el llamado a las autoridades para evitar estas situaciones creando de alguna manera un cuerpo destinado al fin de cuidar, rescatar, proteger y velar por el desarrollo de la población de animales de la calle)

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